Freud a un amigo

12-4-1929 M i difunta hija hubiera cumplido hoy treinta y seis años . A yer estuve a punto de cometer un grave error. Comencé a leer su carta, descifré algunas amables palabras aisladas y que huiera sentido perderme; pero fui incapaz de hacerles componer una frase inteligible, y cuanto más avanzaba, más enigmática me parecía su escritura. Estaba pensando en devolverle la carta, a notando h umorísticamente mi indignación y sugiriéndole que m e la volviera a escribir y enviar cuando mi cuñada me ofreció s u ayuda, aclarándome la noticia profundamente triste que con t enía la última parte de la carta, con lo cual me hice cargo de por qué no la había dictado a máquina. Aunque sabemos que después de una pérdida así el estado agudo de pena va aminorándose gradualmente, también nos damos cuenta de que continuaremos inconsolables y que nunca encontraremos con qué rellenar adecuadamente el hueco, pues aun en ...