la fe que cura

 “La ciencia es la única fe universal, todo lo que sea sostenerse y apoyarse en la ciencia es hacer progreso"  de ella depende que "vivamos más, mejor y seamos más inteligentes".

Zapatero

La fe que cura

Tras un viaje de Émile Zola (1840-1902) a Lourdes durante el año 1891 y el debate provocado por las opiniones hechas públicas por éste, "glorificación de lo absurdo", "decadencia del sentido común";  la revista New Review le pide su parecer al eminente neurólogo Charcot (1825-1893) sobre las curaciones por la fe. El resultado serála fe que cura (1892). 

Aplicando al análisis científico a los sucesos milagrosos que ocurrían en Lourdes, Charcot trató de dar una explicación racional al fenómeno del milagro.

 Desde la ciencia nada puede escapar al orden natural de las cosas, tampoco las curaciones milagrosas. El milagro terapéutico tiene su determinismo, sus  leyes. "Nada puede escapar de las leyes de la naturaleza" afirmará Charcot.

1º. Hay condiciones materiales determinadas que regulan la aparición de los fenómenos.

2º. Hay leyes preestablecidas que regulan orden y forma.  (Ferriére, 1912 p.63)

Para Charcot el milagro es un "fenómeno natural" en el que confluyen dos elementos: existe una predisposición mental del enfermo y el "milagro" nunca sobrepasa los límites de las leyes naturales. Nunca la curación por la fe ha provocado el crecimiento de un miembro amputado. La curación a través de la fe no se limita sólo a parálisis de miembros, también incluye úlceras y tumores. En todo caso, como tratará de demostrar en su investigación,  se trata de un fenómeno "dinámico" de naturaleza histérica.

Sobre el determinismo de las curaciones a través de la fe observa que:

En todas las épocas existen taumaturgos (Simón el mago, el príncipe Hohenhole, el diácono de Pans, etc.), éstos a menudo son religiosos, fundan santuarios y sobre sus tumbas se multiplican los milagros.

Todos los santuarios se parecen, siguen un mismo patrón, desde los tiempos pasados hasta la actualidad. En las civilizaciones más diversas los templos se copian unos a otros, los rituales siguen un patrón común:

Al fondo del templo, la estatua milagrosa.

En las paredes de los templos, tanto en los antiguos como en el Asclepión como en los modernos, se pueden ver objetos que representan la parte del cuerpo curada.

Al llegar al templo se alojan en él y comparten compañía con otros suplicantes incrementándose la afectividad entre ellos.

- Se encuentran los intercesores, que median entre el suplicante y la divinidad o santo.

Los suplicantes que a su llegada ofrecen presentes sobre el altar y se sumergen en la fuente purificadora.

La incubación: antes de llegar al templo el devoto pregunta a sus amigos y familiares, éstos le animan, investiga y descubre una historia de curaciones milagrosas.

 La idea de la curación se va exaltando, durante el peregrinaje se convierte en una idea fija. Se reza con pasión pidiendo el milagro. No se viaja solo, se reza en comunidad, el fervor va creciendo, la idea se va haciendo cada vez más fuerte.

La histeria

 Para Charcot las parálisis observadas en la histeria podían ser producidas, en determinadas circunstancias, por ideas inconscientes. Ideas que aisladas de la conciencia y sin el contrapeso de ésta van ganando fuerza. Al final la idea se va haciendo real a través de la parálisis. El mismo efecto de la idea o grupos de ideas aisladas de la conciencia puede reproducirse de forma experimental a través de la hipnosis y la sugestión.

De su concepción organicista conservó Charcot la idea de debilidad nerviosa o degeneración hasta el final de su vida. En las personas con una predisposición orgánica hereditaria las ideas podían producir cambios corporales. En este tipo de personas el shock  producido por un trauma tenía como consecuencia la "aniquilación del ego" y la aparición de ideas fuera de la conciencia,  que sin la oposición de la razón, provocaban los síntomas histéricos.

Ya hemos visto cómo, para Charcot, durante el viaje a Lourdes algunos peregrinos  van incubando la idea de "curación", al mismo tiempo que  van "aniquilando el ego" mediante los rezos en comunidad y el fervor compartido.

El milagro

  El estado mental acaba dominando el estado físico. Los enfermos llegan al santuario con el cuerpo cansado y con la mente sugestionada. La “mente enferma” está dominada por la firme idea  de que debe curarse y se curará. Un último esfuerzo, sumergirse en la piscina, la última ferviente oración, el ánimo exaltado acompañando la ceremonia y  la curación por la fe se produce.

Charcot (1892) defiende sus conclusiones, la hipótesis del fenómeno de la histeria como catalizador de los milagros, con varios ejemplos como el que sigue:

"Visitaba un santuario venerado del sur de Francia, en la Camargue, la iglesia de Saintes-Maries. Entre los exvotos distinguí el molde en yeso del miembro inferior de una niña de unos doce años patizamba. Este molde reproducía exactamente la contractura histérica del miembro inferior. La curación se efectuó rápidamente y hallado el molde se encontraba la fotografía de la niña, tiesa su pierna, ya sin contractura." (Charcot, 1892, p.105)

De esta forma Charcot daba una explicación desde la razón a los “milagros” sin negar su existencia. Fenómenos reales que hoy se estudian bajo otros marcos teóricos. 

Los milagros contemporáneos 

Años 60,s del s. XX. Un paciente acude a la consulta de un médico quejándose de dificultades para respirar. Tras una exploración se le diagnostica un asma bronquial recomendándole la extirpación del cuerpo carotídeo. El paciente sale de la consulta, habla con su familia y amigos. Estos le animan a operarse. Le llegan testimonios de personas que sanaron con la misma intervención, el mismo equipo médico. Las estadísticas aseguran la casi infalibilidad de la operación. Animado llega el día señalado. Ingresa en el templo (hospital), comparte habitación con otros suplicantes (enfermos), habla con los intercesores (médicos) de la divinidad (ciencia). Se sumerge en un sueño (aquí no hay agua en la que sumergirse),  es sometido a una serie de operaciones en un lugar especial (el quirófano),  y se produce el “milagro”, hoy llamado efecto placebo. No había ni hay ninguna relación fisiológica entre la patología y la mutilación efectuada, sin embargo el "creyente", como otros miles de suplicante, ya respira con normalidad.

Una experiencia similar tuvo a Freud como protagonista:

Por lo que respecta a la electroterapia, me confié al manual de W. Erb, que integraba prescripciones detalladas para el tratamiento de todos los síntomas nerviosos. Desgraciadamente, comprobé al poco tiempo que tales prescripciones eran ineficaces y que me había equivocado al considerarlas como una cristalización de observaciones concienzudas y exactas,  no siendo sino una arbitraria fantasía. Este descubrimiento de que la obra del primer neurólogo alemán carecía de toda relación con la realidad me fue harto dolorosa, pero me ayudó a liberarme de un  resto de mi ingenua fe en las autoridades. Así, pues, eché a un lado el aparato eléctrico, antes que Mohebius declarara decisivamente que los resultados del tratamiento eléctrico de los nervios no eran sino un efecto de la sugestión del médico. (1925) 

Durante el siglo XX el fenómeno del "milagro" encontró otros refugios, otros templos. A espaldas de los ojos de la "Ciencia" que, como el borracho del chiste, busca sus llaves, no en el lugar donde se perdieron, sino bajo una farola, que es donde hay luz. 

Lectura recomendada 

Placebo y cirugía de rodilla

Placebo y cirugía de menisco

Comentarios

Entradas populares de este blog

mazmorra y JARDIN

bendita-mentira.es