PSICOANÁLISIS Y PSEUDOTERAPIAS

         ¿Se siente dominado por su madre?                   ¡No, no se siente dominado! 
“La gente de pensamiento superficial es propicia a desprestigiar incluso a aquellos de sólido entendimiento, como pensadores obstrusos, los metafísicos y los refinados; nunca aceptarán que una cosa sea adecuada si se encuentra más allá de sus débiles concepciones” 
(D. Hume, 1752)

En estos momentos en  los que el Ministerio de Sanidad nos quieren dejar claro lo que es ciencia y lo que no es (muchas gracias por educarnos); mencionar el psicoanálisis puede causar rechazo debido a su aparición en las listas de “pseudoterapias”, sin embargo, esto proporciona una buena oportunidad para reflexionar sobre la campaña del Ministerio, la psicología y las “pseudoterapias”.

Actualmente conviven tres (puede que más) concepciones sobre las neurosis. Una primera, representada por la psiquiatría biologicista, que habla de "enfermedad mental", todo está en el cerebro; una concepción mecánica, encarnada por la psicología conductual y cognitiva; y, para terminar, una tercera, donde las neurosis son entendidas como el resultado de los "problemas de la vida" (T.Szasz, 1970) , en la que se incluyen el psicoanálisis,  variantes de éste y las terapias humanistas.

Parto de una opinión, ahora que el Ministerio exige tanta "evidencia" empírica y demostraciones "científicas": que la “experimentación” por sí misma no dice nada, sus resultados sólo significan algo dentro de una teoría. Estoy dispuesto a escuchar al Ministerio de Sanidad por si estoy equivocado.

Lo segundo que hay que aclarar, por si alguien lo duda, es que cuanto más nos acercamos a lo humano, la “ciencia” está más comprometida  con alguna ideología y algún interés particular. 

Las actuales listas sobre "pseudoterapias" dejan claro, mezclando churras con merinas, el sesgo ideológico de los y de las que las fabrican, que toman por “ciencia” las teorías que sostienen la metáfora del “hombre-máquina”: que son la psiquiatría biológicista y las terapias conductuales y cognitivas. A partir de aquí, los criterios de selección, entre lo que es ciencia y  lo que no lo es, son de tipo circular. La ciencia es esto; por tanto esto es ciencia.

Con este sesgo, en esta campaña contra las “pseudoterapias”, no es casual la recurrente mención a un liberal e individualista como Popper, y a su falsabilidad, como argumento de lo que es "científico" y lo que no lo es. Para comenzar, Popper fue poco honesto, y sus seguidores lo son menos; pues partiendo de un pre-juicio, de una concepción ideológica (A. Smith, 1723-1790), llega a un resultado: el psicoanálisis no es ciencia, y después se monta un tinglado teórico, un discurso, que le da la razón a él mismo. Relato nacido de un problema ocular: no era capaz de ver más allá de Adam Smith y de Robinson Crusoe.

Este monólogo entre Popper y Popper, este onanismo, sería intranscendente sino fuera porque se ha convertido en argumento para los nuevos tribunales de la fe, y no deja de decirse que si Popper, que si Popper ...

El pilar de la obra de Popper parece ser la «falsabilidad». Parece ser que un enunciado entra del campo de la "ciencia" sólo si es falsable. Para explicar este concepto tratando de ser objetivo, recurro a la Wikipedia, pues entiendo que la entrada la ha escrito un seguidor de este señor:

«Los habitantes de gran parte de Europa podrían llegar fácilmente a la conclusión de que ´todos los cisnes son blancos´, porque ese es efectivamente el color de todos y cada uno de los miles de cisnes que han visto. Este es un ejemplo de teoría falsable, porque basta encontrar un cisne de otro color para demostrar que es falsa.»

«Un ejemplo muy sencillo nos ayudará a entender el concepto. Para justificar la generalización `todos los cisnes son blancos´, según el método hipotético deductivo tendríamos que buscar a todos los cisnes para comprobar que todos son blancos, algo prácticamente imposible. En cambio, por este método, habría que hacer lo contrario, buscar un cisne de cualquier otro color; así solo haría falta buscar un cisne diferente para falsar esa hipótesis, algo mucho más fácil

Lo primero que llama la atención es que se quiera hacer pasar por ciencia lo que es sólo la generalización de un conjunto de observaciones: “todos los cisnes son blancos”. Vamos a ver, decir que: “mañana va a amanecer de nuevo”, no convierte a nadie en un astro-físico. En concreto, esta generalización: “mañana habrá otro amanecer”, pasó a ser científica cuando encontró su lugar dentro de un conjunto mayor de conocimientos extraídos de la propia realidad, es decir, con Galileo (1610), que relacionó los amaneceres con el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. En todo caso, sabemos que mañana, sí habrá otro amanecer, aunque haya gente que pierda el tiempo buscando “algo mucho más fácil, el cisne de cualquier otro color, es decir, el día sin amanecer.

Sobre la falsabilidad, Popper no es muy original. Nos explica Ramón y Cajal (1898) que: «Aún en las ciencias más perfectas nunca deja de encontrarse alguna doctrina exclusivamente mantenida por el principio de autoridad. Demostrar la falsedad de esta concepción y, a ser posible refutarla con nuevas investigaciones, constituirá siempre un excelente modo de inaugurar la propia obra científica», a lo que añadía, y Popper no lo hace, que: «No basta con demoler, hay que construir. La crítica científica se justifica solamente entregando, a cambio de un error, una verdad».

Esta idea de Cajal, «no basta demoler», que se relaciona con la generación de nuevo conocimiento, no se encuentra ni en los terra-planistas ni en Popper, que comparten la misma concepción simple de “ciencia”.

Popper no tiene ningún interés por lo nuevo, sino por calificar la realidad a su gusto y ejercitar de tribunal. Referente a la relación de Popper con la nueva producción científica, veamos: en 1904, Pavlov recibe el Premio Nobel, Popper cumplía los 3 años de vida. En 1906, Ramón y Cajal recibe el Nobel, Popper tiene 5 años. En 1907, Einstein propone la fórmula E= mc2, Popper cumplía 6 años. El desarrollo de la física cuántica se da siendo él un niño. Podríamos seguir y seguir enumerando avances y descubrimientos al margen de la obra de Popper. Sin embargo, no parece existir ninguna prueba de que la “aportación” de Popper al método científico, el falsacionismo, que sus seguidores presentan como un “pilar” de la ciencia, haya constituido ninguna revolución, todavía menos en las ciencias humanas. En todo caso, su relación con la ciencia, si pudiera haberla, es hacer pasar por ciencia a algunas pseudociencias.

Es interesante mencionar la incursión de Popper en la psicología, junto a John Eccles (1903-1997),: El yo y su cerebro (1977). El libro, como su nombre indica, trata sobre una persona, un Robinsón Crusoe, una persona que vive y se desarrolla fuera de la sociedad (él y su cerebro), una persona inexistente. El tiempo ha demostrado, que de aquí, de esta propuesta idealista, no ha salido nada, ni puede salir nada.

En cuanto el Ministerio de Sanidad, el uso que hace del concepto de “pseudoterapia” pertenece al mundo de creencias de Popper. ¿Por qué se remite a este marco de creencias y no a otros?, esto lo debería de contestar el propio Ministerio, cosa que no  parece que vaya a hacer. 

Pero no solamente el falsacionismo de Popper se ha utilizado en contra del psicoanálisis y de otras consideradas "pseudoterapias”. Hace ya unos meses, El Semanal de El País, mostrando una vez más este periódico un gran rigor científico sobre el tema de las “pseudoterapias”, publicaba un artículo dedicado al psicoanálisis. Que consistía en una lista de argumentos sacados del baúl de la abuela para refutar a Freud, sin aportar otra cosa que opiniones personales, argumentos de autoridad y determinados "consensos" como: “Hoy día la mayoría de expertos??? coinciden en...”, que es, de nuevo, la muestra de la ligereza con el que se trata el tema de las “pseudoterapias”.

A este “consenso” entre “expertos” en psicoanálisis, entre los que no hay ningún/a psicoanalista, se añadía otro argumento de autoridad. Como el autor del artículo cree que desde finales de los años 50´s no hay más estudios comparativos sobre  la efectividad entre las distintas psicoterapias, o no quiere conocer los más recientes, cita a H.J. Eysenck (1916-1997) y escribe: “El problema es que cuando las técnicas han estado disponibles, la mayoría de sus afirmaciones no han superado el escrutinio. El psicólogo experimental H.J. Eysenck lo resumía diciendo que en la obra de Freud lo que es cierto no es nuevo, y lo que es nuevo no es cierto.”

Es cierto, este psicólogo experimental y conductista, que era juez y parte al valorar el psicoanálisis, opinó, hace unos sesenta años, que el psicoanálisis era ineficaz, y por tanto, falso (1957). Sobre otras opiniones suyas y su concepción de "ciencia"; también expresó, “cuando las técnicas estuvieron disponibles”, estar convencido de la superioridad de la “raza” blanca sobre la “raza” negra. Sobre esta “evidencia experimental”, H.J. Eysenk (1977) va a exponer lo siguiente:

Desde el punto de vista científico, no se puede acusar a Jensen. Lo conozco muy bien. Pasó aquí dos años. Fue aquí donde eligió el tema de la inteligencia como tema de trabajo y es realmente una persona muy competente y erudita. Creo que nada hay criticable en las afirmaciones expresas, pero me parece que usted intenta leer entre líneas. Él no afirma que los negros americanos son inferiores en C.I. Lo que sí hace es sacar un balance de los datos que de hecho demuestran que es muy probable que sea así . Es así como lo expone, no afirma que haya sido definitivamente comprobado, 
y por mi parte creo que estoy de acuerdo con él

 Que es un buen ejemplo de hipótesis falsable; de como un trilero y supremacista blanco puede hacer pasar pseudociencia, sin comillas, por "ciencia" con los criterios de ciencia de Popper. Los datos, como hemos dicho, sólo significan algo dentro de una teoría. Estas “evidencias”, esta “investigación” sólo tiene algún sentido en el mundo de creencias del Ku Kus Klan, para Popper y para los positivistas. Concretando, realizar este tipo de "investigaciónes" dice más del que investiga que de las personas estudiadas. 

También se deja caer en el artículo la sospecha de que las pacientes de Freud, no eran histéricas, sino que padecían de alguna enfermedad orgánica, que es cuestionar todo el psicoanálisis en favor de las farmacéuticas. Se pone el ejemplo de su paciente Anna O. El argumento no es nuevo; Richard Webster lleva desde los años ochenta del siglo pasado su particular cruzada contra el psicoanálisis. En 1995 publicaba “Por qué Freud estaba equivocado”, una fábula de más de 500 páginas, donde se atreve a etiquetar con enfermedades orgánicas a las pacientes de Freud, como hace el autor del artículo. Pacientes a las que Richard Webster, lógicamente, nunca tuvo la oportunidad de conocer. Anna O. falleció en 1936.

Igualmente se da como demostración de la “falsedad” del psicoanálisis, que Anna O. no se “curó”. Bien, pues los reumatólogos no curan el reuma a nadie y todo el  mundo piensa que algo deben de conocer sobre el tema.

Terminando con esto: en la actualidad, cuando la técnica ha estado disponible, por ejemplo, con la tomografía computarizada mediante emisión de fotón único (SPECT) o la tomografía mediante emisión de positrones (PET), se puede relacionar una emoción o una acción con un área del cerebro, y  examinar los cambios en esta actividad.  En 1997 Halligan, de Cardiff, junto con  John C. Marshall y su equipo analizaron la función cerebral de una mujer con parálisis en la mitad derecha del cuerpo, sin ninguna lesión orgánica. Observando, que cuando la paciente trataba de mover la parte de su cuerpo paralizado se activaban áreas del cerebro emocional, quedando anulada la acción voluntaria de moverse, es decir, que la histeria de Freud es una realidad, y que este equipo de investigadores descubrió las áreas del cerebro implicadas en lo que Freud llamó represión.

Es evidente que el psicoanálisis no es falsable, pero como ya apuntó G. Politzer en 1927, Freud pone la atención sobre el análisis del drama. Estudia al individuo dentro de su historia. En esta exploración cobra importancia el relato del paciente, relato de sus relaciones con los otros, las otras, consigo mismo, dentro un mundo poblado de otras personas capaces de atendernos o abandonarnos.

De este interés por «el drama» (2), por la influencia del contexto (primero de los aprendizajes familiares) en las infelicidades y en las felicidades, es lógico que hayan sido psicoanalistas, más o menos ortodoxos, los que hayan hecho importantes contribuciones a la psicología evolutiva y al estudio de la infancia. Sólo voy a dar dos nombres: R. Spitz, con su descubrimiento de la depresión anaclítica y J. Bowlby con la teoría del apego.

¿Por qué no ha habido aportaciones desde la llamada “psicología científica” sobre estas cuestiones? Es muy probable que dentro de ese extraño contrato laboral entre el domador-psicólogo y el ratón, (donde el psicólogo paga al ratón con queso cuando éste cumple con su tarea de explorar el laberinto), no se puedan sacar muchas conclusiones sobre las relaciones que mantenemos las personas y sus consecuencias. Con este diseño experimental, por no observarse, ni siquiera se puede ver que el ratón, que es un animal curioso, exploraría el laberinto aunque no se le pagara.

El progresivo olvido del psicoanálisis de la realidad y el reemplazo de ésta por las «fantasías» de la paciente, el cambio de las causas ambientales por las intra-psíquicas, etc., no invalidan las aportaciones del psicoanálisis a la psicología.  En todo caso, si el Psicoanálisis no es ciencia, será por otras razones, no las de Popper, que sólo ve Robinson@s, ni por las del Ministerio de Sanidad, que incapaz de ver personas, sólo ve cuerpos a los que medicar.

Notas:

(1) El término Yo, designa la primera persona, y no tiene el sentido freudiano.
(2) Con el término drama se designa la acción dentro de la sociedad, no la acepción romántica de esta palabra.

Bibliografía básica:

Poliztzer, G. Critica de los fundamentos de la psicología (1927). Ed. Martínez Roca. Barcelona. 1969

Ramón y Cajal, R. Reglas y consejos sobre investigación científica: los tónicos de la voluntad (1897). Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid. 1999

Freud, S. La histeria. Ed. Alianza Editorial. Madrid. 1967

Szasz, T. Ideología y enfermedad mental. Ed. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1970


ANEXO

El estudio de la histeria no estuvo solamente en manos de los ahora “heterodoxos”, también Pavlov mostró gran interés por el estudio de ésta. Replicó en laboratorio la neurosis clásica, la histeria, demostrando que no era una enfermedad orgánica ya en los años 30 del siglo XX. Como además, no  tenía solamente un estrecho interés por dividir la realidad en pequeñas partes, sino también en organizar éstas partes, más allá de los datos (análisis-síntesis), acabó dando una explicación experimental al trabajo del olvidado Pierre Janet (1859-1947).


CONCEPTO PAVLOVIANO DE LA NEUROSIS CLÁSICA: LA HISTERIA (*)

Hombres de ciencia tan eminentes como Charcot, Bernheim, Claparède, Ziehen, Pierre-Marie, Biswanger, pierre Janet y Kretchsmer, han hecho análisis de esta característica enfermedad que podrían parecer exhaustivos. No obstante, un moderno psicopatólogo, Hoche, declaró recientemente que, a pesar de todos los éxitos logrados, “en la histeria nos hallamos todavía ante una puerta cerrada”.

Cuando esta observación de Hoche fue conocida por Pavlov, le sirvió de incentivo para movilizar todas sus energías para dar una última y gran batalla contra las ultraconservadoras opiniones de los psiquiatras en esta cuestión. Ello le estimuló a realizar una síntesis final de la gran riqueza de datos que había acumulados en el último periodo de sus investigaciones en la clínica y en el laboratorio. Como resultado, tenemos ahora un importante documento e interesante documento que intituló: Un intento de comprensión fisiológica de la sintomatología de la histeria. Este trabajo fue escrito por Pavlov en 1932 y representa una excursión de prueba de la esfera de la psiquiatría por parte del fisiólogo.

En primer lugar, Pavlov establece el hecho de que la histeria es una enfermedad “perteneciente principalmente a la sección superior del sistema nervioso central y de un modo especial a los hemisferios cerebrales”. Representa el resultado de una debilidad constitucional y de un agotamiento temporal del sistema nervioso.

Esto confirma substancialmente las opiniones de muchos de los investigadores que le precedieron, tal como, por ejemplo, Pierre Janet. Pero el mérito de Pavlov radica en el hecho de que fue mucho más allá de los psiquiatras en el análisis de las conexiones internas entre la corteza y los centros subcorticales, punto éste que kretschmer apenas si rozó en sus estudios.

(*)  fragmento de: Frolov, Y.P.. La actividad cerebral: Estado actual de la teoría de Pavlov. Editorial Psique. Buenos Aires. 1977



Comentarios

  1. Si el psicoanalis estuviera encapsulado y de un color llamativo (excepto rojo y blanco), esta claro que se comercializaria y venderia.
    Pero siempre es el mismo problema pecuniario el que favorece un lado la balanza.
    Un saludo

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