EL DOLOR, EL MINISTERIO Y LAS FUENTES FIABLES

"Estamos ante un auge de bulos que oscurecen la información real y nosotros tenemos la responsabilidad de ayudar a los ciudadanos a tener fuentes fiables a las que acudir"

La ministra (2019)

Erase una vez, hace mucho tiempo y en un país muy lejano, un Ministerio de Pseudo-Sanidad del que no voy a escribir, como no podía ser de otra forma, pues hay cosas más urgentes y actuales. Por ejemplo, el Ministerio de Sanidad español, que junto con el astronauta, lleva gastando tiempo, el nuestro, y dinero público, también nuestro, en lo de las “pseudoterapias”, por lo cual he tomado la decisión de que este gasto no sea en balde y hacer caso. Lo primero, como dice la ministra, es ser crítico, no hay que fiarse de nadie, ni del monitor de pilates.

Vuelvo a agradecer al Ministerio que insista en “educarnos”. Hasta ahora, ¡Loco de mi!, para saber si una manzana me gustaba la mordía y la saboreaba, de esta experiencia sabía si me gustaba o no, pero a partir de ahora, me comprometo a consultar el sabor de la manzana con la administración. Que es la diferencia entre comprobar y el #coNprueba del Ministerio. Antes comprobaba yo, ahora la prueba la pone la administración.

Esperando con paciencia que algún Ministerio, u organismo estatal, me envíe el planning diario de lo que tengo y no tengo que hacer, de lo que me gusta o no me gusta; por ahora, me conformo con ser bien mandado y hacer lo que la ministra y el astronauta me demandan: ser desconfiado.

Cuenta la pareja (ministra-astronauta) que las “evidencias” son muy importantes para saber si nos dan gato por liebre. Pero yo, que soy un poco torpe, además de desconfiado por encargo, no acabo de ver esto de las “evidencias”, que además son “científicas”.

Por ejemplo, si un niño o niña pequeña se cae y llora desesperado/a de dolor, es posible que basados en las “evidencias” y  #coNpruebas, sus padres no lo consuelen y llamen al Dr. Colgado para que atiborre al niño/a con morfina (un opioide), con el resultado buscado, al niño/a ya no le dolerá nada. Esta decisión está basada en las “evidencias”y #coNpruebas , ya que sabemos que la morfina bloquea los mecanismos del dolor. Otros padres, que posiblemente desconozcan los mecanismos biológicos del dolor y #siNpruebas, pueden tomar otra decisión con el mismo resultado: abrazar al niño o niña y consolarlo o consolarla. Con esta última acción, el cerebro del niño o niña se inunda de endorfinas, la morfina natural que fabrica nuestro cuerpo, bloqueando el dolor.

La mayor parte de los padres, en situaciones similares, abrazan y consuelan al niño/a y además, hacen bien. El cerebro se desarrolla y se va moldeando dependiendo de los estímulos que recibe. Es un hecho que la la falta de cariño, durante el periodo de formación del cerebro, “daña” el sistema de endorfinas deteriorando de forma permanente los circuitos de placer y dolor. Las investigaciones de James W. Prescott sobre privación y agresividad, demuestran, además, que estos niños con el sistema de endorfinas dañado tendrá problemas con sus relaciones sociales.

Lo que quiero remarcar, es que aunque haya evidencia empírica de que algo funciona, no se convierte por este único motivo ni en científico, ni en necesariamente aconsejable. De ahí el dicho, "pan para hoy; hambre para mañana". El abrazo funciona como la morfina, calma el dolor, pero la falta de afecto no funciona como el abrazo, daña el desarrollo emocional del niño. James W. Prescott descubre que daña el cerebro y sus conclusiones son coherentes con las de Harlow sobre privación en primates. En este caso, no tiene las mismas consecuencias la morfina del Dr. Colgado que el abrazo  de los padres.

Sin embargo, cuando el niño y la niña crecen, y se convierten en adultos, las cosas cambian. Lo que valía para la niñez ya no vale para el adulto. La “ciencia” y los adultos #coNpruebas “olvidan” que, también entre los adultos, la sensibilidad al dolor, que es personal y no objetiva, depende también de nuestro contexto social; que las cosas duelen más cuando estamos solos o solas. Que la cantidad y calidad de nuestras relaciones sociales influyen en nuestra vivencia del dolor.

Llego con ésto al dolor crónico, un gran problema para la gente mayor y visibilizado por el aumento  exponencial del consumo de drogas entre nuestros mayores. Consumo desproporcionado, entre 2010 y 2017 se ha duplicado el consumo de opioides, aunque la población mayor no se haya duplicado. Dicen los estudios que más dos millones de personas mayores sufren exclusión social y soledad, y, añado yo, de dolor. Muchas de nuestros mayores son abandonados en asilos; donde si son rebeldes son atados y maltratados, otros mueren solos en los hospitales. Sin embargo, cuando no se ven personas sino objetos a los que medicar, la única solución para el dolor #coNprueba es la medicación. No pienso que no haya que medicar cuando sea necesario, digo que convertir a los médicos en camellos no parece muy científico, aunque las“fuentes fiables” de la pareja digan lo contrario. Tampoco me parece la “solución” más evidente. Como tampoco veo evidente el motivo de la ojeriza que ha cogido la pareja al pilates.