LA MEDICINA DE NUESTRO TIEMPO (I)


Los enfermos buscan el médico más recetador, que es lo mismo que buscar un homicida costoso
G.Marañón citando a Benito Jerónimo  Feijóo 

En nuestro tiempo, la manía de los enfermos de ser desaforadamente recetados adquiere proporciones más graves por las noticias que la prensa, radio o algunos textos pseudocientíficos les dan de los medicamentos y de sus aplicaciones.
G.Marañón

Muchos médicos suponen todavía que el curar a los enfermos es aplastar con torrentes de drogas a cada uno de los síntomas.
G. Marañón


En esto de contribuir a la idea de que farmacología y salud son sinónimos, se nos olvida  que la actual práctica generalizada de la medicina, que convierte a las personas en objetos, también ha convivido con otras dentro de la medicina convencional de Occidente.

Terminada la II Guerra Mundial, este enfoque ¨basado en las evidencias¨, esta deshumanización de la medicina, resultaba tan, digamos, semejante a la medicina aria, que sólo con el paso de los años, y con la industria farmacéutica en apogeo, pudo ir ganando posiciones hasta su hegemonía actual.

Este enfoque que podemos llamar científico-natural, por seguir el modelo de la física, descarta la existencia de factores psicosociales, tanto en el motivo de la enfermedad, como en su alivio o curación. Dentro de la metáfora de la máquina, como veremos, se convierten problemas sociales en problemas médicos y los obstáculos que nos pone la vida en enfermedades.


LA DIMENSIÓN ECONÓMICO-SOCIAL

Este modelo científico-natural, ya encontró oposición dentro de la medicina convencional en los años cincuenta del siglo XX. En la España franquista, le correspode a Gregorio Marañón alertar del error de esta práctica médica cientificista y mecanicista. Poseedor de cierta sensibilidad social, no fue ajeno a que la salud, la vida y la muerte, no son una cuestión sólo de medicación, también tienen una dimensión económico-social, explicándolo de esta manera:

La evolución económica del mundo, que ha suprimido por la fuerza el mayor, el único seguro pecado dietético de antaño. El comer excesivamente, y tiende a mejorar el otro gran pecado, que es el de que la otra parte de la humanidad coma menos de lo que necesita. A la corrección de estos dos errores se debe, en buena parte, el alargamiento de la vida media del hombre actual. Pero éste, repito, no tiene que agradecérselo a los médicos, sino a circunstancias impuestas por la necesidad y la justicia.

Las evidencias, no sólo el sentido común, le dan la razón. Con los datos que recogió el Servicio de Salud Nacional de Gran Bretaña en los años setenta, se hizo visible que tras 25 años de asistencia médica universal y gratuita, los índices de mortalidad eran más altos dependiendo de la clase social. Cuanto más baja era la clase social mayor era la mortalidad de mujeres y hombres. Esto, también se cumplía con enfermedades con tratamiento médico, como en el caso de las infecciones. Mostrando que cuando hablamos de salud, no podemos eliminar el contexto social. A sesenta años de esta exhaustiva recolección de datos en Gran Bretaña, con lo que respecta a los índices de mortalidad, todavía, no es lo mismo vivir en el distrito de Chamberí de Madrid que en Villaverde Alto. Se sigue cumpliendo que los trabajadores y trabajadoras que ocupan puestos de trabajo menos cualificados viven menos que las personas que ocupan puestos más cualificados y con trabajos no manuales.

Sin embargo, desde el enfoque científico-natural, en lugar de las medidas económicas y de salud pública necesarias, se legitima su sustitución por los tratamiento farmacológicos. Por eso, este enfoque, no es neutro, aunque presuma de objetivo y científico.


OTRAS DIMENSIONES

Hubo un tiempo en el que algunos médicos podían expresar, y expresaban, lo que hoy pasaría por pseudociencia o extravagancia. Un ejemplo:

“Por encima de todo creo en la individualidad de la relación médico paciente, en el sagrado sacerdocio de la Medicina, que nunca será suficientemente protegido por leyes y normas.

Esto lo escribía Felix Martí Ibañez en 1972, poniendo énfasis en la importancia de la relación médico-paciente. Para el que no conozca nada de Felix Martí Ibañez, aquí van unos apuntes. Médico psiquiatra fue nombrado, entre 1937-39, director general de Salud y Asistencia Social de Cataluña y, posteriormente, subscretario de Salud y Asistencia Social de la España republicana. En 1939 se exilia en Estados Unidos, donde llega a ser jefe del departamento de Historia de la Medicina del New York Medical College.

Y de nuevo, es Gregorio Marañón (1954) el que advierte que el método de diagnóstico abreviado, con la sola lectura de unas analíticas, es un error fundamental. Siendo necesario explorar la personalidad y la vida del paciente:

“Queramoslo o no, la exploración clínica se abrevia cada día por los nuevos métodos de investigación. En bastantes casos un análisis, en ausencia de toda exploración, basta para dar el diagnóstico hecho. Pero, como en otras ocasiones he hecho notar, al igual que otros muchos clínicos europeos, este sistema del diagnóstico puro, deducido casi exclusivamente de los datos analíticos, deshumanizado, independiente de la observación directa y entrañable del enfermo, lleva implícito el fundamental error del olvido de la personalidad, la cuenta tanto como las mismas etiologías para lo que le va a suceder al enfermo y para lo que nosotros podemos hacer para aliviarle; como que la personalidad es un etiología mas

“…hay muchas formas de no salud que el médico tiene que tratar y cuya etiología no es ninguna agresión específica, sino la vida misma; y contra la vida injusta o dura no hay en las farmacias remedio”  

En definitiva, este enfoque dominante en la práctica médica, que no es el único, acaba cambiando la relación médico paciente por la medicación, convierte problemas sociales en problemas técnico-farmacéuticos, los problemas de la vida en enfermedades y, además de caro, crea más problemas de los que resuelve. Desde mi punto de vista, es sólo una pseudociencia rentable para unos pocos. De esto trataré en breve.

Bliografía básica

Marañón, G. La medicina de nuestro tiempo. Ed. Espasa-Calpe. Madrid. 5ºed. 1980
  

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